Sobre la obra "El corazón de la materia"
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Sobre la obra "El corazón de la materia"
En el siguiente texto, Santiago Aranda ofrece información interesante sobre la puesta en escena El corazón de la materia y el pensamiento de Teilhard de Chardin.
Hablar de Pierre Teilhard de Chardin es siempre hablar de dos mundos que parecen contradictorios pero que, en realidad, se entrelazan en una misma persona. A quien lo haya conocido, ya sea en persona o a través de su obra, siempre le parecerá que en él converge lo que en la cabeza de muchos colisiona: lo espiritual y lo material, la ciencia y la religión. Él mismo lo explica:
El destino me ha colocado en un cruce privilegiado del mundo en que, en mi doble calidad de sacerdote y de hombre de Ciencia, he podido sentir pasar a través de mí, en condiciones particularmente exaltantes y variadas, la doble oleada de las potencias humanas y divinas; porque, en esta situación de elegir en la frontera de dos mundos, he encontrado amigos excepcionales para abrir mi pensamiento […]; pienso que sería infiel a la Vida, infiel también a los que necesitan que les ayude (como otros me han ayudado a mí), si no intentara transmitirles los lineamientos de la espléndida figura que se ha descubierto ante mí en el Universo durante años de reflexiones y experiencias de todas clases (Teilhard de Chardin, 1965).
En El Corazón de la Materia; Teilhard El Jesuita también concurren dos mundos aparentemente distantes: el de la vida de Teilhard y el de la vida común en dos situaciones de crisis que —en el espíritu teilhardiano— confluyen ofreciendo una solución esperanzadora. En esta obra, José Ramón Enríquez, Luis de Tavira y José María de Tavira entretejen situaciones del mundo en crisis y del México actual con la vida de Teilhard de Chardin, el Indiana Jones clerical, como lo llamó el matemático Amir D. Aczel. Situaciones que dejan ver lo perene de lo cotidiano y lo permanente de una piedra (que no se altera) o un fósil (que soporta el pasar de los años y por lo mismo fueron tesoros de Teilhard.
Con René Descartes y el Renacimiento, la ciencia comenzó a separarse cada vez más de la religión. A partir de ahí y desde entonces, el ser humano empezó a desintegrar de su cosmovisión una espiritualidad escatológica, separando así de su existencia y de su vida diaria lo trascendental. Por ello, al llegar a la Ilustración, el mundo de lo espiritual y lo trascendental ya era antagonista del mundo de las ciencias duras y exactas. Y desde entonces, y hasta nuestros días, parecemos vivir en dos mundos diferentes: el de la razón y el de la espiritualidad. Es más, hoy en día, en varias sociedades y culturas, e inclusive en individuos, esos mundos ya ni siquiera están en disputa, sino que se ha eliminado al que, en términos prácticos, estorba. Lo que no sorprende es que en este proceso, lo que se descalifica primero es lo trascendental, se le desacredita hasta separarlo de la vida común.
Teilhard vivió en una época en la que las contradicciones entre esos dos mundos se acentuaban, y él estaba en el centro de esos extremos: la sociedad, y en particular las comunidades científica e intelectual, exigían un secularismo contundente mientras que la Iglesia católica lanzaba una ofensiva en contra del modernismo que incluía suprimir y excomulgar a varios de sus compañeros de la compañía, inclusive maestros suyos como Henri Bremond. A Teilhard no le dolía que la secularización llevara a separar la religión de la ciencia, sino que se desperdiciara la oportunidad de converger esos dos mundos para explotar al máximo la capacidad de entender el universo desde una cosmovisión integrada. Por eso, su propuesta iba más allá de lo que algunos teólogos proponían, que era una teología sin Dios. La propuesta de Teilhard es una "cristiandad renovada" (Teilhard de Chardin, Lo que el mundo aguarda en este momento de la Iglesia de Dios, 1969; 2005).
¿Y a qué se refiere con esta cristiandad renovada? En términos llanos, a dos puntos: a) Todos estamos interconectados en el universo material, y b) Todos (colectiva e individualmente) necesitamos ser elevados a Dios. Para ello, todo el que quiera lograr esta salvación deberá no ser indiferente ante el mundo y trabajar desde su trinchera para desarrollar "el potencial espiritual de la materia" para llegar a Dios.
Con esto en mente Luis de Tavira pone en escena una obra que nos hace reflexionar sobre dos realidades concretas que necesitan nuestra atención: la crisis energética y ambiental de nuestros días (el dilema energético) y la crisis social que vive México. Sin embargo, la reflexión no se detiene solamente en exponer una crisis, sino que también ofrece una respuesta en el despertar de la conciencia humana.
Y es que Teilhard no sólo vivió en dos esferas intelectuales diferentes (la religión y la ciencia), también vivió en dos contextos distintos, estuvo inmerso en dos culturas desemejantes: en la occidental, con su tradición platónica, y en la oriental, particularmente en la milenaria filosofía china. Esta vivencia de experimentar al ser humano como una sola especie y una sola sociedad lo llevó a declarar en Paris que "[p]ara los observadores del futuro, el acontecimiento más significativo será la aparición de una conciencia humanitaria colectiva y de una obra humana que está por hacer" (Teilhard de Chardin, Prier 15 jours avec Pierre Teilhard de Chardin, 1994). Es en este menester que El Corazón de la Materia; Teilhard El Jesuita da un paso más hacia ese futuro planteando la pregunta "¿Hacia dónde va nuestro mundo?".
Esta puesta en escena no es un mero listado de nuevos hechos, sino que ofrece una nueva manera de mirarlos. Y así, la obra invita a lo que Teilhard ya había deducido que necesitábamos: "[u]na nueva manera de ver que vaya acompañada de una nueva manera de actuar" (Teilhard de Chardin, Le Coeur de la Matiére, 1976).
Y si el objetivo teilhardiano es elevar a todos a Dios en este mundo material, resulta una fortuna contar con obras que expongan su visión, ya que con la puesta en escena de El Corazón de la Materia, Teilhard El Jesuita, Teilhard, a través de Tavira, alcanza uno más de sus profundos deseos: comunicar a tantos como sea posible la manera en la que él experimentaba a Dios y la forma en que Éste lo estremecía y sobrecogía.
Sobre Santiago Aranda Ávalos, especialista en Teilhard de Chardin
Es Licenciado en Ciencias Ambientales y Licenciado en Filosofía por la universidad jesuita Loyola University en Chicago, obteniendo el grado con honores en la segunda licenciatura.
Al graduarse continuó sus estudios y carrera profesional en el tema de sustentabilidad, obteniendo logros importantes, como el diseño y la construcción de varios asentamientos humanos sustentables bajo los principios de permacultura en Filipinas, la consolidación de un programa de construcción de casas en zonas devastadas por desastres naturales en México y la obtención del premio nacional de vivienda del área de sustentabilidad por la CONAVI. Durante varios años ha dado asesorías a nuevos negocios y empresas para volver más eficientes sus procesos productivos e incorporar elementos de sostenibilidad en los mismos.
Entre 2006 y 2007 dirigió programas eco-espiritualidad en Wisconsin, EUA, los cuales se enfocaban en el cuidado del medio ambiente y la educación ambiental.
Desde 2008 ha sido miembro del Consejo Consultivo de la Asociación Americana de Teilhard, una asociación sin fines de lucro con el propósito de promover la visión de Pierre Teilhard de Chardin a través de publicaciones, actividades y el apoyo de diversos proyectos de gran impacto. Entre éstos se destaca la producción del documental: El Viaje del Universo (Journey of the Universe) y el impulso de la iniciativa de La Carta de La Tierra.
Referencias
Teilhard de Chardin, P. (1965). Mi Universo . In J. Cerón, Science et Christ. Paris; Madrid: Editions du Seuil; Taurus Ediciones.
Teilhard de Chardin, P. (1969; 2005). Lo que el mundo aguarda en este momento de la Iglesia de Dios. In Lo que yo Creo (F. Pérez Gutíerrez, Trans., pp. 177-185). Madrid: Editorial Trotta.
Teilhard de Chardin, P. (1976). Le Coeur de la Matiére. Paris: Seuil.
Teilhard de Chardin, P. (1994). Prier 15 jours avec Pierre Teilhard de Chardin. In A. Dupleix. Nouvelle Cité.