Mi vida es para entregarla y compartirla con los demás
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"Mi vida es para entregarla y compartirla con los demás"
Luis Vizcaíno, SJ, quien se unió muy joven a la Compañía de Jesús, fue ordenado sacerdote este viernes 31 de julio
Por Judith Morán
El primer paso de Luis Vizcaíno (Guadalajara 1989) dentro de la Compañía de Jesús fue a los 16 años tras comenzar a preguntarse sobre su futuro que él no vislumbraba en el mundo de la construcción en el que su familia se desenvuelve y su intuición lo llevó a un retiro con los jesuitas "ahí me quedé enamorado de esa visión de Dios que llama al servicio y al encuentro con los otros".
Tras dos años de tomar talleres finalmente entró al prenoviciado a los 18 años después de intentarlo por segunda vez porque el encargado de vocaciones no estaba muy seguro de aceptarlo. "Hice los trámites (de ingreso) al ITESO y a unas universidades en Aguascalientes y ya que tenía la carta de aceptación volví a llamar a la Compañía para pedir que me dejaran entrar, fue entonces cuando me dijeron que sí".
Su primer año lo hizo en la Ciudad de los Niños del Padre Cuéllar, en Guadalajara, la ciudad donde nació. La mayoría de su vida residió en Aguascalientes así que estar fuera constituyó una experiencia nueva donde se encontró con otra realidad, la de niños en situaciones de vida complejas.
"La vocación no se limita a una iglesia, sino a cómo puedo ayudar a que otros sepan que Dios quiere que descubran su dignidad como personas incluso en medio de las situaciones más complejas".
Después se fue al Servicio Jesuita a Refugiados en la República Democrática del Congo, "era como acompañar a Cristo crucificado, para mí, él se concretiza en los rostros de esos que no tienen país y que huyen de situaciones de violencia extrema".
Durante los dos años que estuvo en el país africano, Luis Vizcaíno hizo acompañamiento educativo, además del colaborar en el área de ayuda humanitaria y psicosocial en el que crearon un proyecto de misas dentro de los campos de refugiados. "Era impresionante ver cómo las personas en medio de ese contexto de pobreza y de dolor se reunían para saber que Dios no los había abandonado en medio de esa situación tan dura".
También organizó actividades como torneos o talleres para que las personas aprendieran algún oficio "la vocación no se limita a una iglesia, sino a cómo puedo ayudar a que otros sepan que Dios quiere que descubran su dignidad como personas incluso en medio de las situaciones más complejas".
Estos pasos fueron convirtiendo la intuición, de que su vida debía estar al servicio de los otros y en especial de aquellos que más sufren, en una certeza que acompaña a Luis Vizcaíno.
Aunque quería quedarse en la República Democrática del Congo, su tiempo de estudiar Teología llegó y viajó a la Universidad Javeriana de Colombia donde también realizó la maestría en Estudios de Paz y Resolución de Conflictos.
"Fue muy interesante porque el contexto colombiano está también marcado por la violencia, una guerra que lleva muchos años, conocerlo y explorarlo para ver que podemos construir relaciones más fraternas. Luego, vengo a México y me piden que empiece a colaborar en el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) y ahora apoyo a comunidades a ir recuperando modos de reconstruir paz en medio de la violencia".
El jesuita, también egresado de la licenciatura en Filosofía y Ciencias Sociales del ITESO, señala que los conflictos son necesarios para crecer, pero se pueden resolver de manera pacífica, "entonces, por un lado, hay que ayudarles a resolver sus conflictos y, por otro, generar un tejido social que les permita una mayor participación. La paz va más allá del no conflicto, porque este siempre se van a presentar".
¿Cómo alguien que está metido en esos conflictos puede encontrar esperanza?
Ese es el asunto al que nos lanza la fe, es decir cómo sé que, aunque la cosa se ve muy cuesta arriba, puedo seguir teniendo presente que Dios nos sigue acompañando y nos llama a construir otro tipo de relaciones. Aunque suene muy utópico (las relaciones de paz) se van haciendo día con día, a mí esto me parece que es lo que llamamos "la construcción del reino", que se va construyendo de relaciones fraternas, más cercanas y eso lo hemos ido viendo en ciertas comunidades. En Colombia, me tocó acompañar a unos chavos de la universidad a una región que le llaman el Valle del Cauca, que durante algunos años estuvo dominada por los paramilitares y otros más por la guerrilla.
Uno de los integrantes de la familia que nos recibió dijo que se habían quedado sin papá desde los 5 años, porque lo había matado la guerrilla. Estaban en los procesos de paz cuando le tocó volver a encontrarse con la persona que había matado a su padre y lo que me dijo fue: "de qué me sirve seguir enojado con esa persona si ahora lo que nos toca es construir otro país, nos toca construir algo nuevo". Esto es algo muy complejo porque esas violencias están y seguirán estando, pero si no podemos pasar a la etapa de perdón y la reconciliación estamos condenándonos a que la violencia se siga reproduciendo.
Parece que elegiste un camino complicado, es decir, para una persona que podía tener un futuro en el área de la construcción, a lo que se dedica tu familia, ¿por qué te quedaste en la Compañía?
Cuando entré a la Compañía me di cuenta que mi vida no tenía sentido si la perspectiva era vivir nada más para producir y consumir cosas, sino que la vida era para entregarla y para compartir con los demás. Si mi vida no es para el servicio entonces no tiene sentido y creo que la Compañía ha sido el lugar desde el cual me sentí llamado a dar ese servicio, con sus altas y bajas como cualquier otro lugar, también he tenido momentos en donde he pensado decir esto ya no, pero son más los motivos para quedarse y soñar en construir algo mejor.
En los momentos en que dices "esto ya no" ¿qué es lo que te mantiene?
Hay una frase de Carlos Cervantes, SJ, que era el asistente de la formación, que me dijo cuando yo era candidato: "la memoria salva". Haciendo la analogía con el pueblo israelí, que le ha ido muy mal en todo este camino pues han pasado por el holocausto, los corren de varios países donde han estado y siguen teniendo confianza en esa promesa que Dios hizo porque se acuerdan de que a sus padres Dios les dio una tierra. Pues así somos todos nosotros, siempre va a haber momentos donde no den más y, si nos acordamos de aquellos momentos en los cuales Dios ha estado, ha sido bueno y nos ha mostrado el camino, podemos mantener la esperanza de que encontraremos ese camino de nuevo y de que Él no se ha ido, sino que seguirá estando, acompañándonos.
Por eso Carlos decía "la memoria salva", la memoria salva tu vida. Entonces en los momentos complicados lo que trato de hacer es acordarme de que Dios me ha ido mostrando el camino y que acompañando a los demás yo he sido pleno, contento y me siento también realizado haciendo eso.
LIGAS:
Universidad Javeriana