"El camino de la vocación se hace al andar"
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"El camino de la vocación se hace al andar"
Víctor Ramos Talavera, SJ, es uno de los jesuitas que se ordenó como sacerdote este 31 de julio de 2020
Por Adriana López-Acosta Sandoval
"Entiendo que cada vocación es un misterio, y sí, leí las Vidas Ejemplares, y alguna vez escuché a alguna hermana religiosa hablar de su llamado, y otros dicen, ‘tuve un momento de oración y sentí que Dios me habló'... y la neta yo no. La verdad no".
Esto responde Víctor Ramos Talavera, jesuita, a unos días de ordenarse como sacerdote ante la pregunta de cómo llegó el llamado. En entrevista cuenta que después de años de caminar con la Compañía de Jesús y descubrir su vocación, él comparte que ese llamado lo descubre --y sigue descubriendo-- en la marcha. "Es algo que me ha quedado más claro con el paso del tiempo. Que he ido probando, que me he preguntado, ‘¿me gusta, no me gusta, me da plenitud o no?' y me respondo que sí, así que sigo caminando; me llegaron otras preguntas, respondí que sí, y seguí caminando.
"Es como un árbol chiquito que le he dado agua, le he aflojado la tierra para que florezca y ha seguido creciendo. Así veo mi vocación. No es como que de pronto llegó el árbol gigante y ya, listo".
Y las experiencias han sido muy importantes: la primera fue el conocimiento interno de Jesús, como lo dictó San Ignacio de Loyola, tal como se conoce un amigo profunda y cercanamente. La cercanía con la gente fue la segunda.
"Sus historias, sus luchas y sus necesidades, en la gente te brotan preguntas que no puedes no escuchar: la vocación también nace de hacerse la pregunta de cómo yo puedo ayudar y qué puedo hacer y desde donde estoy parado para hacer ese mundo en donde quepan otros mundos".
La tercera fue la espiritualidad ignaciana, con los Ejercicios Espirituales que, en sus palabras "es el modo en que te acercas a conocer a Jesús es como aprendes a discernir a escucharte a mirar a Dios manifestándose y hablándote en la gente o en la oración. Es toda una herencia, un andamiaje del que te apropias y desde ahí procesas muchas cosas".
"(…) era un tipo brillante, sencillo, demasiado humilde, demasiado cercano a todos los estudiantes, eso fue algo que me impactó. Esa mezcla tan difícil de encontrar. Hay muchos tipos muy preparados, pero alejados de la realidad y de las personas. Fue así que conocí a los jesuitas".
Víctor nació en Pátzcuaro, Michoacán. Desde joven contempló la posibilidad de una vida religiosa, e incluso estuvo un tiempo en una congregación religiosa, pero, dice, no era su tiempo. Sin embargo, eso lo acercó a estudiar filosofía en el ITESO, donde conoció a los profesores jesuitas Raúl Mora, SJ y Jorge Manzano, SJ. Particularmente, sintió una afinidad especial con el Padre Manzano.
"Me gustaba su forma de dar clases, cómo hacía fácil lo complejo. Y era un tipo brillante, sencillo, demasiado humilde, demasiado cercano a todos los estudiantes… y eso fue algo que me impactó. Esa mezcla tan difícil de encontrar. Hay muchos tipos muy preparados, pero alejados de la realidad y de las personas. Y fue así que conocí a los jesuitas".
Ser jesuita lleva su tiempo y ser sacerdote jesuita, un tanto más. La formación de Víctor consistió en un año de prenoviciado, en el que se realiza sobre todo labor comunitaria; dos años de noviciado, después de los cuales realizó los votos de pobreza, castidad y obediencia, y se convirtió en jesuita. Después le siguen los estudios de Filosofía, y dos años de magisterio, más cuatro años de estudios de Teología; finalmente, llegará su ordenación el 31 de julio de 2020.
Su tiempo de magisterio lo llevó a la Universidad Iberoamericana de Tijuana, donde durante dos años dio clases.
"Los estudiantes con sus dudas, sus inquietudes, sus búsquedas… eso era muy interesante. Casi uno ni enseña. Más bien los guías y eres testigo de cómo ellos encuentran sus propias respuestas --y con ello, más preguntas-- es bonito verles ir caminando y encontrándose".
También perteneció al Centro Universitario Jesuita; pero lo que más disfrutó fue colaborar en Difusión Cultural.
"Tijuana es una ciudad con muchos artistas interesantes. Conocía a muchos músicos, escritores, muralistas y realizadores audiovisuales; conocí mucha gente que me enseñó sobre temas de migración, las familias deportadas y las dificultades en las maquilas; fue interesante ver como su manera de mirar su mundo, y en sus contextos tan convulsionados, ellos encontraban esperanza y amor a su tierra".
Durante la maestría en Teología, en la Universidad de Santa Clara, también estudió en UC Berkeley un semestre como estudiante visitante, en el departamento de Estudios de Ética.
"De las cosas bonitas fue la diversidad y pluralidad de compañeros y profesores; tener compañeros de todos lados del mundo. También el poder acercarme a la realidad de los paisanos en la bahía de San Francisco, conocer sus historias retos y sueños fue muy bonito".
Disfrutó también la variedad y riqueza artística de esta zona de California, y comparte que así que el poder conocer lo que se produce con estas temáticas de migración, gentrificación o brutalidad policiaca fue interesante. "Y ver como esos temas son también abordables en la teología. Son temas que también retan a la Iglesia y necesitan de una mirada que ayude a evidenciar cómo Dios está presente en esto, deseando más justicia, inclusión, e igualdad".
Durante la entrevista está emocionado por su ordenación, y sabe que el llamado es también una apuesta a un proyecto personal puesto en comunidad y servicio dentro de la Compañía de Jesús. Y su tema es el de conciliar las diferencias y esparcir el sentido de comunidad.
"México es un país lleno de diferencias, y esas diferencias las puedes poner en un juego de inferioridad y superioridad. Puedes decir, ‘este lado es mejor porque tiene más industria, y este otro no, porque es más rural'. Nos han hecho creernos que la diversidad debe ser parte de esa dinámica de competencia, y que estamos desvinculados; y yo creo que no es así.
"Mi deseo y mi llamado más concreto sobre el sacerdocio en un llamado a entender la vida plural y vinculada, y eso es un asunto eucarístico; la vinculación nos hace compartirnos con los demás, lejos de reservarte por cuestiones de superioridad o inferioridad. Todos estamos vinculados y eso nos permite compartirnos. Esa es una de las claves del sacerdocio: compartirse y servir. Por ahí voy clarificando lo más profundo de mi llamado al sacerdocio.
Tras sus estudios, recientemente fue asignado a una parroquia en Torreón, donde se quedará por un periodo. Vivir por primera vez rituales como sacerdote ordenado es algo que le entusiasma.
"Hay una parte que es sacramental, celebrar sacramentos que son cosas bonitas que nos vinculan con nuestra comunidad, y eso es algo importante. En el caso mío, siento que será un buen tiempo para profundizar más y asimilar y hacer comunidad".