La humanidad debe regresar a la modestia y ocupar su lugar entre las demás especies
En el marco de la FIL, Luis Arriaga Valenzuela, SJ, presidente de la Ausjal y rector de la Ibero Ciudad de México, dictó la conferencia "Perspectiva Humanista y de Innovación en las universidades Jesuitas".
Teresa Sánchez Vilches
El mundo del presente es un mundo en crisis al que las respuestas del humanismo no le han bastado. Si se quiere transformar para bien la realidad actual, la humanidad debe regresar a la modestia de ocupar su lugar entre las demás especies y cuidar más que explotar o usar.
Así lo aseguró Luis Arriaga Valenzuela, SJ, presidente de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal), durante la conferencia "Perspectiva humanista y de innovación en las universidades jesuitas", que tuvo lugar el 2 de diciembre en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
El también rector de la Ibero Ciudad de México expuso algunos de los retos que enfrentan las universidades confiadas a la Compañía de Jesús en materia de innovación, en especial en el marco de un paisaje sociotecnológico desafiante como el que corresponde al mundo en el siglo XXI.
El cambio planteado, dijo, requiere de la superación de criterios epistemológicos: "Se necesita de mucha creatividad intelectual que no puede ser improvisada. Se requiere un tipo de rigor crítico que puede ser adquirido entre otras instancias gracias al quehacer de la vida universitaria en sus tres grandes dimensiones: la docencia, la investigación y la incidencia".
De acuerdo con el otrora rector del ITESO, desde un principio la empresa de transformación que imaginó San Ignacio de Loyola descansó en la tradición humanista del reconocimiento, es decir: "Asumir que la creación del conocimiento requiere de una mirada universal, capaz de dialogar con la riqueza y la experiencia humana y sus muchos saberes y tradiciones".
"En el siglo XXI esa tradición que da muestras de agotamiento debe estimular nuestro quehacer de un modo exigente, se trata de construir instituciones universitarias capaces de superar la fragmentación del conocimiento científico especializado y antropocéntrico, para abrirlo a la diversidad de relaciones que nos constituyen", afirmó.
"Si deseamos tener una mirada universal tenemos que ampliar nuestro horizonte y superar la tentación de transitar solo por los caminos ya transitados o solo por los caminos ya andados".
Para Arriaga, la tecnología no parece ser una respuesta a la crisis. Ya que, dijo, esta ha surgido dentro de un sistema de relaciones asimétricas. Por lo tanto, las respuestas que ofrece están condicionadas por el punto de vista de quien echa mano de ellas, de quien las financia y de quien cuenta con los recursos.
"La invitación es a discernir, es decir, asumir la aproximación del viajero a abrir los sentidos a los signos del presente para así iluminar el camino hacia el futuro, sabiendo que hay que caminar en compañía por la misma especie, sí, pero también junto con otras especies en un mundo habitado por múltiples creencias", expresó.
El punto de partida, explicó, se encuentra en un examen del paisaje interior de cada ser humano ante la diversidad que lo constituye: "Es saber hacia dónde vamos y cómo queremos llegar. No es un asunto individual, esto lo plantea siempre San Ignacio".
"Es un asunto colectivo. No se trata de poner el mundo al servicio de los intereses para los fines de una especie. Nuestro escenario y nuestro punto de partida y nuestro punto de llegada son algo mayor a los límites que levantamos como barreras y generan discusiones. La propuesta de Ignacio de Loyola ubicada en el contexto del surgimiento del humanismo es un modelo de espiritualidad práctica. No es un modelo de espiritualidad aislada, sino práctica que conduce a la acción en el mundo. Si este humanismo ponía como límite los intereses de nuestra especie, hoy debemos ir más allá de estos para captar los clamores del mundo que rebasen el ámbito de la solidaridad humana", señaló.
Durante su ponencia, el también abogado se refirió a la web 3.0 como parte de una revolución tecnológica que amenaza con dejar atrás a las personas más pobres: "Para hacer frente a esta tendencia debemos actualizar y ampliar nuestro diálogo con la universidad. Para ello requerimos volver al momento en que no éramos el centro del universo. Y esto implica innovar, tener esta concepción de innovación".