La amistad, un elemento importante a lo largo de la vida
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La amistad, un elemento importante a lo largo de la vida
Establecer lazos fraternos ayuda a crecer en compañía de personas que comparten los mismos ideales, asegura académico del ITESO.
Laura Rodríguez
¿Qué importancia tiene la amistad? ¿Los padres pueden ser amigos de sus hijos? ¿Qué pasa cuando se pierde un amigo?
Este viernes se celebra el Día del amor y la amistad. El filósofo Aristóteles dijo: "Mi amigo es mi otro yo". En Prometeo encadenado, Esquilo, dramaturgo griego, señaló que los lazos de amistad pueden ser tan fuertes como los lazos de sangre, señala Antonio Sánchez Antillón, jefe del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad (DSPC) del ITESO.
"No es fácil generar lazos de amistad, pero ya establecidos los lazos, estoy de acuerdo con Esquilo totalmente, porque se vuelven lazos tan fuertes como los lazos entre hermanos. Lo lindo y lo valioso es poder establecer una relación entre pares que permita un crecimiento en una época determinada sobre ideales constructivos comunes", agrega el experto.
El académico destaca que la base de cualquier relación humana es el respeto. En el caso de la amistad, también cuenta el placer de convivir y disfrutar con otra persona, sin querer sacar provecho de ella.
"La amistad es un tipo de placer relacional. Saber disfrutar al otro, que está más allá de la utilidad de ‘yo soy tu amigo porque me sirves para algo'. El placer del encuentro, del estar con el otro por el placer de compartir la vida, yo creo que es una sustancia fundamental de la amistad, no está basada en la utilidad", dice.
¿Cómo se aprende a ser amigo?
No se aprende a ser amigo con instrucciones, sino con el ejemplo.
"Si los hijos ven que los padres se relacionan cariñosamente, aprenden a relacionarse cariñosamente. Cuando tú estás en ese canal, no tienes que hacer un performance, ni preparar nada. Ellos lo ven. Tú te relacionas naturalmente y ellos lo asimilan naturalmente", establece Sánchez Antillón.
¿Y qué pasa con los hermanos? Ellos también aprenden a fortalecer sus lazos filiales.
"Los papás a veces se la pasan diciendo ‘llévense bien entre ustedes' y poniéndolos en alguna situación en donde tienen que rivalizar. Entonces empiezan a rivalizar. Pero si tú los pones bajo circunstancias de relación semejante y lo que aplicas es ‘yo te respeto y tú lo respetas', ‘tú lo respetas y yo te respeto', es ida y vuelta para todos lados".
Padres más hijos, igual a amigos
Los padres pueden ser amigos de sus hijos siempre y cuando no establezcan esta relación como si fueran pares y los padres mantengan su papel de autoridad.
"Cuando los padres pueden relacionarse con los hijos en una relación amorosa, tierna, de respeto, aparte del gran amor paterno-filial que existe, generan un lazo muy fuerte de cariño. Porque a veces puede haber respeto, pero una relación de distancia y de desconocimiento que no genera ese lazo filial. Sí de respeto a la autoridad o a la distancia o al imaginario de que es mejor temer, lo que sea. No es que el padre diga ‘somos amigos, vámonos de parranda', nunca va a ser así. Claro que si la relación se estableciera así, de pares, de iguales, sí es perjudicial para ambas partes", explica el jefe del DSPC.
"Sí es factible que sea perjudicial, porque si el padre realmente acompaña al hijo como un par en todo lo que significa el proceso de transgredir las normas para poder tener una posición moral individual, al sujeto se le cae la referencia de dónde está colocado el elemento de la ley. El padre no puede ser el que establece la ley y la transgrede, ese es el problema".
El académico añade que se trata de una relación totalmente distinta, ya que "el hijo sabe que puede recurrir a él y que lo va a escuchar, y que si está tambaleando en alguna situación lo va a acoger y le va a dar alguna orientación de cómo moverse en la vida. Para eso se necesita una relación filial, pero no necesariamente fraterna, de par".
Hermanos de corazón
Si la persona aprende a relacionarse amorosamente en su casa, es más fácil que establezca lazos de amistad fuera de ese entorno.
Y esas amistades pueden permanecer a lo largo de la vida o perderse conforme las personas maduran o cambian de intereses.
"Cuando uno cambia de época, los puntos referenciales de vida se modifican, y a veces lo que uno confiaba del amigo, en otra etapa de la vida ya no es el mismo amigo y uno pierde la amistad. Si pierdes la amistad en el momento cumbre de la relación, sí puede ser un duelo fuerte, pero como esto ya no es una relación inmediata y tú te has llenado de muchos otros cariños o amistades de la vida, la pérdida ya no es significativa. Queda dentro del campo del pasado. Yo creo que depende de la época y de las condiciones en que uno esté. Si estás menos protegido de tus relaciones, pues lo vas a sufrir más", opina.
Sánchez Antillón considera que en la universidad es importante provocar lazos fraternos, como parte del aprendizaje integral de esta etapa.
"Hay que provocar lazos fraternos. Por ejemplo, de las experiencias de trabajo que nosotros hacemos en proyectos, yo esperaría que no solamente desarrollaran experiencias profesionales en los alumnos, sino lazos fraternos que les permitan después ser sostén unos de otros en su vida profesional. Pasarse contactos, remitirse unos a otras cosas de trabajo. Yo veo a mis exalumnos y pienso: ‘qué padre, no sólo aprendieron competencias profesionales, sino modos relacionales de vida', que para mí son fundamentales. Y yo creo que eso también se aprende en la universidad. Si se transita por la universidad y no generamos comunidades de amigos que pueden replicar esa amistad en la vida social, no servimos de mucho, no tenemos el plus ignaciano. La universidad es una oportunidad para madurar".
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