Bajo las entrañas marítimas de Groenlandia
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Bajo las entrañas marítimas de Groenlandia
Priscila de Alba, egresada de Ingeniería Química, regresó de la expedición internacional científica Under the Pole II al ITESO a contar su experiencia.
Adriana López Acosta
Priscila de Alba ha nadado cerca de un tiburón groenlandés, vio un narval (ballena unicornio) y, cuando llegaron las noches polares a Groenlandia, la visibilidad bajo las aguas gélidas del Ártico le permitió observar medusas gigantes, estrellas de mar, y asomar la vista desde la ventana del barco para ver una familia de osos polares bajo la aurora boreal.
"Es como una danza de luces en el cielo, nunca había visto algo así", cuenta.
La egresada de Ingeniería Química del ITESO regresó de su participación de 18 meses en la expedición internacional Under the Pole II: Discovery Greenland con un montón de historias, algunas de las que compartió el jueves 10 de septiembre en la terraza de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ a integrantes de la comunidad universitaria.
Priscila fue la única latinoamericana en este proyecto de exploración submarina, que nació en 2010, para llevar a cabo inventarios de su fauna, analizar la relación entre atmósfera, hielo y océanos; la adaptación del cuerpo humano a esas condiciones extremas, y llevar a cabo labores pedagógicas para crear conciencia ambiental.
"Todo, todo está lleno de hielo"
Su intercambio académico en la École d'Ingénierus de Purpan de Toulouse, Francia la llevó a conocer a los colaboradores de Under the Pole. Sus conocimientos como asistente científica en el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP), que realizó en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Guadalajara, le dieron las credenciales necesarias y su apertura a los retos acabó por darle un espacio en la embarcación que salió en marzo de 2014 hacia Groenlandia.
Durante más de un año compartió un espacio de cinco por 20 metros con un grupo rotatorio de hasta 15 personas, entre cocinero, camarógrafo, fotógrafo, buzos, responsable de comunicación, mecánico, marinero y una doctora que estuvo una temporada con la expedición. Eran de distintos países, y el francés era su lengua de comunicación.
Entre sus objetivos y proyectos de investigación estuvieron el descubrimiento del segundo lugar conocido en el mundo de avistamiento de tiburón groenlandés; el estudio de bivalvos (almejas y conchas), que son fuente de información climatológica e histórica; hacer muestreo de hielo de mar, y estudios sobre técnicas de buceo.
"El barco se convirtió en laboratorio para acondicionar las muestras, congelarlas y enviarlas a los científicos que las solicitaban", cuenta.
No sólo asistió en las expediciones científicas en las que los investigadores recogían muestras de hielo, flora y registros de fauna. También fue cocinera, marinera y a veces enfermera. Para costearse el viaje consiguió patrocinios y contó con apoyo del ITESO.
Aprendió a cocinar y tuvo que ayudar a proteger la proa para evitar que se congelara, rompiendo el hielo con un bate. Se encargó de llevar el registro e inventario de comida y materiales necesarios para subsistir, y asegurarse de que todo se adquiriera cada 15 días que paraban en poblaciones groenlandesas de pocos miles de habitantes.
Priscila narra que el frío invernal la hacía ponerse hasta cuatro capas de ropa. Cuando llegaron a hibernar a Ikerasak, para dejar que el mar se congelara y atrapara la embarcación, tuvieron que quedarse hasta una semana sin salir.
"En un barco todo se descompone todos los días. En invierno, con las condiciones de hasta menos 40 grados, afuera, las tuberías se congelaban o rompían, no había agua dulce… todo, todo se llena de hielo. Teníamos hasta en el interior del barco, y con nuestra respiración se derretía y todo estaba mojado y había que limpiar… fue pesado, pero todos estábamos contentos de estar ahí".
Las horas de trabajo eran compensadas con el intercambio cultural entre los locatarios de los distintos pueblos en los que paraban, que le enseñaron a pescar, sus tradiciones y unas cuantas palabras en groenlandés.
Le parece difícil señalar lo más fascinante de su viaje, pero resalta las vistas de los icebergs, haber conocido poblaciones lejanas con costumbres tradicionales como Siorapaluk, de tan solo 60 habitantes, y haber visto un narval que quedará siempre en su memoria.
La primera expedición de esta iniciativa se metió al Océano Ártico (Polo Norte) en 2010; la tercera edición se dirigirá, en 2016, a la Antártida (Polo Sur). Para más información y contenido audiovisual de la experiencia en Groenlandia, puede visitar www.underthepole.com.
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