Lo que me salvó fue decirme si yo realmente quería esto
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"Lo que me salvó fue decirme si yo realmente quería esto"
Álvaro Dorantes, SJ
Durante la infancia, muchos niños tienen el sueño de ser bombero, astronauta, futbolista o actor, pero en ese entonces, Álvaro Dorantes Espinosa, SJ tenía muy claro que quería ser sacerdote, porque le gustaba "eso de celebrar la misa"
Por Raúl Fuentes González
Siempre se le ve contento, aunque las cejas pobladas y la barba le impriman una seriedad mal entendida. Todo queda atrás cuando él mismo se interrumpe para reír. Así es Álvaro Dorantes, SJ (Guadalajara, 21 de febrero de 1978), quien se ordenará sacerdote el 18 de julio en el ITESO, su Alma Máter.
Álvaro es el hijo menor de una familia formada por seis hermanas, un hermano y sus papás. "Somos una familia muy unida y todos mis hermanos no viven lejos de casa de mis padres y, si te fijas, vivimos cerca en el barrio… bueno, viven en el barrio", ríe al corregirse, pues al momento de la entrevista, se encuentra muy lejos de casa.
La charla se realiza por Skype, pues Álvaro está en Beirut. "Me la he pasado estudiando", me dice entre risas cuando le pregunto qué ha hecho durante el último mes.
Estudiar es algo que se le da muy bien desde pequeño. Egresado en 2000 de la Licenciatura de Derecho del ITESO, estudió en la misma universidad la Maestría en Filosofía Social (2005-2008), además de la Licenciatura en Teología en el Centro Sèvres, en París, (2011-2014) y actualmente la Maestría en Islamología en la Universidad de San José de la capital del Líbano.
"Todo es parte de la formación jesuita", me responde cuando le pregunto por qué alguien tendría dos licenciaturas y dos maestrías.
Veo en él la misma pasión que cuando defendía, hace más de 15 años, el sistema político cubano comandado por Fidel Castro. "Socialismo o muerte", me escribió en un papel una ocasión en la que le pedí un número telefónico y no una forma de entender la vida.
A sabiendas de su amor por el socialismo, mi pregunta obligada tiene que ver con su destino actual. ¿Por qué no Cuba, o algún país de América Latina y sí el Medio Oriente?
"Bueno, tú te acuerdas que a José Manuel, a Daniel [dos de sus mejores amigos en la carrera de Derecho] y a mí nos gustaba mucho la literatura, y en aquellas épocas unos de mis escritores favoritos era Amin Maalouf y Naguib Mahfuz…".
-"Es el de El Callejón de los Milagros, ¿verdad?", lo interrumpo.
"Sí", se ríe. "Es que es increíble que un egipcio describiendo su realidad sea tan cercana a la realidad mexicana que Vicente Leñero adaptó para el cine mexicano".
Álvaro se sintió particularmente atraído por este autor al ver que la novela trataba temas como la prostitución, la homosexualidad y la drogadicción, pero en la tierra del Islam. "Yo no sé por qué tenía la idea de que esos países estaban más cerrados; me llamó la atención estas problemáticas comunes de diferentes países".
"Yo me sigo sintiendo con un compromiso social fuerte"
Cuando le pregunto sobre su decisión de ser jesuita y en qué momento nació en él este deseo, me contesta con nostalgia: "Cuando yo era niño tenía ganas de ser sacerdote".
-"¿Por qué?"
"Me gustaba eso de celebrar la misa", me suelta riendo. Cree que el hecho de tener primos y tíos sacerdotes le llamó la atención desde pequeño.
Mucho tuvo que ver también su labor en el Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL), una ONG jesuita en la que brindó ayuda jurídica y formación sobre los derechos laborales a los obreros, alrededor de 2001.
"Para mí era un momento de mucha libertad y me hice muchas preguntas existenciales sobre qué hacer con mi vida, y como mis compañeros de trabajo eran jesuitas, ahí empezó a nacer la pregunta de por qué no intentar de ver en la Compañía de Jesús algo para satisfacer mi deseo".
Ese deseo de ayudar a los demás y tener un compromiso social se le avivó al entablar amistad con el padre Carlos Álvarez. "Él contestaba mis dudas sobre cómo viven los jesuitas, sobre los votos. Yo no sabía del voto de pobreza, por ejemplo".
Hay tres votos que Álvaro considera fundamentales para entender y vivir como jesuita: el de la austeridad, en el que se debe vivir con sencillez; el de la castidad, que permite una entrega a la Misión sin amores exclusivos, y el de la obediencia, siguiendo las normas establecidas por la Compañía de Jesús.
"El hecho de tener este tipo de experiencias te ayuda a asimilar los votos y te va enamorando. Para mí así fue…, la vida religiosa me fue enamorando, ver cómo vive la gente me ayuda a ganar libertad. Una libertad para poder ir a Chiapas, a Argelia, estar aquí en Beirut".
Discernir la vocación religiosa
Fue entre 2002 y 2003 en Chenalhó, Chiapas, donde Álvaro realizó su prenoviciado, arropado por el padre Álvarez. Ahí, compartiendo su vida con los jesuitas y los tzotziles, integró sus ideales para comenzar el noviciado, conocer la misión de la Compañía y los documentos fundadores de los jesuitas y lo más importante: discernir sobre su vocación religiosa.
"Al final del noviciado tú pides hacer los votos de pobreza, castidad y obediencia, porque son votos perpetuos. Ahí tú tomas la decisión del compromiso".
Para continuar con su formación, Álvaro se inscribió en la Maestría de Filosofía Social en el ITESO. "Al final hay una etapa que se llama Magisterio, que es la experiencia de colaborar en una misión de los jesuitas y yo pedí ir a un país musulmán".
Durante el noviciado, Álvaro conoció a un padre nacido en Marruecos que trabajaba como traductor del árabe al francés y que le metió el gusanito de hacer su Magisterio en el Norte de África.
Los siguientes años fueron de preparación para Álvaro, pues se fue a París a estudiar tres años la Licenciatura en Teología y ahora, en el Líbano, se alista para su Maestría en Islamología, en la que tendrá que lidiar con el árabe clásico.
"Como no conocía nada del Islam tenía que comenzar desde cero, y los estudios de teología me ayudaron. Estudio francés y árabe clásico. Lo que pasa es que el árabe clásico es una lengua que la gente estudia, no es una lengua hablada, sino escrita. El árabe clásico no se habla en la vida diaria. Es como si estudiara latín, pero en la vida diaria hablo español".
La distancia, el idioma, los votos… ¿Y la familia?
La unión familiar, el respeto y la confianza que sus padres han depositado en Álvaro hacen que su vida en el Líbano sea más llevadera.
"Yo creo que mis papás se siguen preocupando por la situación del Medio Oriente, que sigue siendo tensa, pero nos comunicamos bastante y han aceptado mi vocación al mundo musulmán. Siempre han sido respetuosos".
No solo la distancia, sino también los idiomas, fueron retos que enfrentó Álvaro cuando se fue a Argelia, pues necesitaba dominar el francés para comunicarse con sus compañeros jesuitas y cristianos –el francés es el idioma de la iglesia–, pero además tenía que aprender árabe argelino para hablar con la gente.
"Era bastante complicado, porque no nada más cambiabas de cultura, sino que te tienes que meter al mismo tiempo al francés y al árabe y luego estudiar el árabe desde el francés". Ninguna de estas cuestiones lo desanimaron, pues el trato con los argelinos fue magnífico, asegura.
"Lo que me salvó fue decirme si yo realmente quería esto. Si yo estaba en Argelia por el cariño y la misión, pues valía la pena… pero si no, si yo estaba en Argelia para hacerme el héroe, esto va a terminar muy mal y me voy a quebrar".
"Sentí un llamado"
Aunque Álvaro estuvo siempre consciente de que el camino para convertirse en jesuita era largo, las experiencias cosechadas –el trato con la gente, convivir con personas de diferentes culturas y contextos– ratificaron su decisión.
"Cuando hice el magisterio me di cuenta que realmente quería ser sacerdote. En parte era porque la misión de los jesuitas en Argelia es una misión que está en un contexto totalmente musulmán y, entonces, tienes una iglesia que es pobre, que no tiene influencia de ningún tipo porque el gobierno es musulmán, o sea, el Islam es la religión del Estado. La comunidad del Estado es pequeña y el trabajo de la Iglesia [católica] es estar metida ayudando en la construcción del país en cuestiones culturales y educativas; está realmente comprometida con los musulmanes".
Para cimentar esta idea, Álvaro retoma la influencia que tuvieron en él los autores musulmanes:
"A mí estos autores me despertaron algo, como el deseo de ir, conocer y ver el mundo musulmán, y cuando tuve la posibilidad de estar en este mundo siento que hay como una urgencia de que conozcamos el Islam y que los musulmanes nos conozcan".
-"¿Y no hubo jamás un momento en el que sufriste o que sacrificaste demasiadas cosas con tal de estar allá?", le pregunto.
"¿Sacrificios y sufrimiento? No… Yo estoy muy contento acá". Y sí, se vuelve a reír.
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